Vaquitas felices: la carne buena del mercado

En alguna ocasión, escuché a un comensal preguntar si su carne venía de «vacas felices». Esto provocó diversas reacciones en el personal del restaurante, ya que nadie sabía a ciencia cierta a qué se refería con «vaquitas felices», incluida la persona que realizaba la pregunta.

No sé si podamos comprobar si los animales tienen sentimientos, y mucho menos si comparten los mismos que los seres humanos. Lo que sí podemos verificar es si los animales se han tratado con respeto, y sobre todo si la producción de carne afecta al medio ambiente.

¿Por qué es perjudicial el consumo de carne?

En primer lugar, como todo en la vida, el exceso es dañino (excepto viajar). En el caso de la carne, su consumo excesivo está relacionado con enfermedades cardiovasculares y sobrepeso, males exclusivos del ser humano y totalmente prevenibles. El problema es que para satisfacer este consumo desmedido, se debe producir en exceso, mediante la producción industrial, específicamente las actividades masivas de ganadería.

En estas fábricas de ganado, lo importante es producir la mayor cantidad posible en el menor espacio y tiempo posible para obtener la mayor ganancia posible. Para entender el efecto de la producción excesiva de carne en el medio ambiente, basta con reflexionar sobre los recursos que se necesitan. Aquí un resumen:

  • Tierra: Es evidente que el ganado necesita vivir en algún lugar. En muchos casos, las granjas masivas de ganadería ocupan terrenos amplios donde antes había bosques o selvas, para plantar pasturas que alimenten al ganado. A menudo se utiliza más tierra para construir carreteras que conecten estas granjas con sus transportistas y proveedores.
  • Agua y Alimento: Como todo ser vivo, las vacas necesitan agua y comida, las cuales hay que transportar hasta estos lugares. Regularmente, el ganado es alimentado con soja o maíz que se transporta desde lugares lejanos y que muy posiblemente sea transgénico, ya que son los insumos más baratos.
  • Antibióticos y Co.: Debido a que cada animal tiene muy poco espacio para vivir, el ambiente se vuelve propicio para el desarrollo de bacterias y otros microorganismos que pueden causar problemas de salud. En todos estos establecimientos, el uso de antibióticos y otras sustancias es muy común. El ganado excreta una parte de estos antibióticos en sus heces, lo que puede expandir la resistencia genética a los antibióticos en el medio ambiente y en el ser humano que lo consume.
  • Emisión de gases de efecto invernadero: Las vacas producen metano, un gas que contribuye al calentamiento global. Además, toda la cadena de suministro de esta carne, desde los centros de procesado hasta los supermercados, contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero.

Ganadería regenerativa, el hogar de las vacas felices

Si es que las vacas pueden sentir felicidad, seguramente la encuentran en estas granjas que han comenzado a aparecer en el ámbito de los agronegocios en los últimos años.

La práctica de la ganadería regenerativa se centra en estudiar, comprender y fortalecer las dinámicas naturales del medio ambiente a través de diversas prácticas de manejo que integran tierras de cultivo, forestales y de ganadería. Es algo similar al sistema de cultivo de la milpa, donde la rotación del cultivo de diversos vegetales complementan entre sí, manteniendo la tierra saludable y la producción estable.

En estas granjas, el objetivo no es simplemente maximizar la producción, sino mantener un sistema lo más saludable posible. De esta manera, un sistema saludable producirá mucho más a un costo mucho menor, manteniendo felices a todos sus integrantes, incluidas las vacas.